miércoles

Y de repente vino a mi, una oleada de tristeza inimaginable, no sé muy bien de dónde ni por qué llegó…Vino, como esas ráfagas de viento que nos golpean precipitadamente, sin avisarnos, sin darnos cuenta, pero nos moviliza de forma increíble, casi nos voltea y se nos mete en el cuerpo…
Así fue la tristeza esta vez…llegó penetrando cada parte de mi cuerpo sorprendido, hundiéndome en un misterio casual y tangible…
Mis ojos quisieron llorar y no lo hicieron.
Mi boca quiso reir y no lo hizo.
Mi mente quiso encontrar razones y no las buscó.
Mi cabeza quería no pensar y no lo hizo.
de pronto algo me hizo levantar la cabeza, miré en esa dirección y aunque solo pude ver formas turbias me incorporé casi de un salto, sin pensarlo, y empecé a caminar
A caminar con una dirección lineal, constante…
Era tan fuerte esta atracción que no podía detenerme, cada vez iba más rápido, si hubiese podido hubiera empezado a correr, pero no.
Seguí hacia delante riéndome de mis ilógicos motivos, de esta fuerza sorprendente que me impulsaba y no dejaba detenerme,
No dejaba detenerme.
Me impulsaba hacia ese lugar que quedaba un poco más adelante cada vez….
Ese lugar sin nombre porque no se llama
Porque no se sabe
Porque nadie lo creó ni podría explicarlo.
Porque no existe.
Salvo dentro mio.
Porque lo redescubrí, y lo encontré y frené.
Y reí con ganas
Esperando todo y nada
y le puse un nombre y lo llamé y le grité a susurros y lo renombré sin letras sin sonidos porque sólo se siente no existe no es, no esta no tiene dirección, ni orientación, sol es cuando estoy solo se llama cuando lo nombro cuando nos abrazamos, y compartimos, no se ve solo cuando me veo…
y la fuerza que me hizo caminar ya no se siente, no se toca no se mueve, no grita, no es, no está, se detuvo cuando dejé de mover los pies, sin darme certezas, ni respuestas, ni nada y todo, alejando la angustia, y la fuerza ya no está
porque la fuerza ahora soy yo.

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